Il Grande Claudio

jueves, octubre 06, 2005

Pequeña anécdota del pasado

A veces suponemos que hay cosas que todo el mundo sabe a estas alturas de la vida y que no vale la pena explicar qué son y en qué consisten. Pues bien, eso es caer en un error, el error de mirarse tan sólo el propio ombligo. Si todos los que estáis leyendo esto sabéis qué es el juego de la galleta es porque hubo alguien en el pasado que os explicó en que consistía este ritual de hermanamiento-humillación masculino.
Se necesita: una mesa, una galleta, N jugadores de sexo masculino.
Se juega así: los jugadores se empiezan a masturbar simultáneamente y eyaculan su blanca simiente encima de la galleta hasta que lo han hecho N-1 jugadores. El último, además de no poder alcanzar el orgasmo, se come la galleta.

Había un amigo en el colegio, cuyo nombre no quiero recordar (pues ya sabéis que se revela el pecado pero no el pecador), que era la envidia de todos los otros niños que conocían su "cualidad", su dadiva casi divina. Este niño, este adolescente mejor dicho, era capaz de alcanzar el orgasmo en tan sólo ocho segundos, y no les estoy exagerando ni contando anécdotas de tercera mano: estos ojitos que miran la pantalla en el momento de escribir estas líneas vieron en primera persona como en tan sólo un par de vigorosos azotes aquel pene manaba lefa, que resbaló por la espalda del mismo hasta la mano. Una mano cuyo poseedor se sentía dotado, henchido de gozo e inyectado de endorfinas, aquel niño de alta rapidez, aquel AVE de las vías del sexo unipersonal era el puto amo de la clase.
Ocho segundos, y era el puto amo de la clase.

Sabéis, con los años me di cuenta que el chaval lo debió pasar muy mal. Muy muy mal. Ocho segundos pasan enseguida.

Escrito por Il Grande Claudio a las 1:10 p. m.


1 Comentarios:

Anonymous Anónimo...

La idea es buena. Las próximas generaciones que la apliquen y además podrán comer calentito.

Gracias por los comments, buen hombre.

2:57 a. m.  

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